En mayo, el dólar MEP subió 20% y el contado con liquidación 15%. Considerando una inflación en torno del 5% para el mes pasado, esto implica una depreciación cercana al 10% en términos reales. En contraste, el dólar oficial avanzó poco más de 2% -es decir, por debajo de la suba de precios-, y la brecha se duplicó durante el mes pasado, saltando del 20% a 40%. Más aún, la oferta superó a la demanda de divisas en el segmento comercial (A3500) y el Banco Central compró más de USD 2.500 millones, apuntalando las reservas.
¿Cómo se explica esta aparente paradoja de un tipo de cambio paralelo que se deprecia en simultáneo con otro que se aprecia, en un mercado donde la autoridad monetaria compra reservas? Y más importante aún, ¿cómo seguirá?
Las cuentas públicas tienen resultados exigentes en junio y julio: el pago de aguinaldos a jubilados y otros beneficiarios de prestaciones sociales primero y el vencimiento de cupones en dólares de títulos públicos después tensarán al resultado fiscal en estos meses. En vistas de esto, el Banco Central redujo su tasa de interés de 50% nominal anual a 40% (pasando la tasa mensual de 4,2% a 3,3%), a la vez que flexibilizó los límites de financiamiento al Tesoro. En la misma línea, el Palacio de Hacienda ofreció letras a tasa fija de corto plazo (LECAPs) con un rendimiento mayor al 4% mensual, permitiendo que quienes convalidaran el cambio de acreedor mantuvieran rendimiento.
Sin embargo, dado que la calidad crediticia del Tesoro es menor que la del emisor de moneda, la sustitución no fue total, y la baja de tasas provocó un desarme de posiciones en pesos, contracara del aumento de la demanda de dólares paralelos. Dicho esto, vale notar que las presiones también tuvieron al contexto internacional adverso -datos de actividad por debajo de lo esperado en Estados Unidos- como factor explicativo. A modo de ejemplo, las monedas de Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay se depreciaron 1,2% en promedio en la segunda mitad de mayor, reflejando que el pesimismo fue generalizado -aunque localmente amplificado-.
En la primera mitad de junio, las presiones cedieron solo en el margen y el MEP y el CCL avanzaron en torno de 5%, acumulando subas cercanas al 25% desde fines de abril. Por su parte, el tipo de cambio oficial continuó moviéndose al 2% mensual, de modo que la brecha se acerca al 45% en la actualidad. Más importante aún, el Banco Central compró solo USD 40 millones en los primeros siete días hábiles de junio (datos al 11/6), ubicándose muy por debajo de los USD 1.100 millones sumados en igual período de mayo.
Vale destacar que la diferencia se explica menos por una caída de la oferta agropecuaria, que por el aumento de la demanda del resto de la economía. En tanto, las ventas de divisas por cereales y oleaginosas pasaron de USD 950 millones entre la primera parte de mayo a USD 750 millones en igual período de junio, el resto de la economía pasó de vender USD 180 millones netos a comprar USD 710 millones, motivando el deterioro del saldo.
Antes de cerrar, no se puede pasar por alto que en julio vencen USD 3.000 millones de intereses por Bonares y Globales (títulos públicos en dólares), además de USD 600 millones netos con el FMI. Sin financiamiento externo a la vista, corresponderá cancelar estos compromisos con Reservas, que alcanzan a USD 30.000 millones en la actualidad. No sumar presiones de la cuenta corriente a los compromisos ya existentes de la cuenta capital evitará una mayor incertidumbre.
La baja de la tasa de interés local y un contexto internacional adverso despertaron al dólar paralelo en mayo, algo que, con idas y vueltas, continúa en la primera mitad de junio. En el mercado oficial, el incremento de la demanda de divisas afectó la posición del Banco Central, que empezó a vender divisas en plena liquidación de la cosecha gruesa. La estabilidad cambiaria es condición necesaria para que la inflación no se vuelva a acelerar y la actividad retome su sendero descendente. Mantener las reservas en el corto plazo es condición necesaria para la estabilidad cambiaria, ¿se logrará?