El staff del FMI confirmó que elevará al directorio (board) el acuerdo con Argentina por USD 20.000 millones a desembolsar en cuatro años. Dado que no hay pagos de capital al organismo hasta septiembre de 2026, el nuevo programa incrementará el total adeudado. En este aspecto, el préstamo se asemeja más al de 2018 que al de 2022: los dólares no se usarán para pagarle al propio Fondo, sino para otros destinos.
En 2016 y 2017, la Argentina fue el país emergente que más deuda emitió en los mercados externos: USD 55.000 millones promedio anual. Inicialmente, los no residentes financiaron al programa de Cambiemos. Sin embargo, los residentes siempre demandaron divisas, y la compra de dólar para ahorro sumó USD 33.000 millones en dos años, mientras que el rojo de cuenta corriente acumuló USD 33.000 millones entre abril 2017 y marzo 2018. Este desajuste incrementó las necesidades de financiamiento y minó la confianza de no residentes, llevando al gobierno al FMI en 2018.
Desde entonces, el financiamiento externo permaneció cerrado. En 2024, expectativas de “cepo eterno” y apreciación mediante -más orden fiscal-, la confianza interna parecía volver: el crédito en divisas más que explicaba las compras del Banco Central. Sin embargo, el riesgo país nunca perforó los 500 puntos básicos y las tasas de colocación de deuda en dólares del Estado Nacional nunca quedaron por debajo del 10%.
En este escenario, el FMI vuelve para pagarle la deuda a los no residentes y financiar el déficit de cuenta corriente en el Mercado Único y Libre de Cambios MULC (este último si no hubiera modificaciones en el esquema cambiario: devaluación del dólar oficial, dólar blend, etc.). Entre abril y diciembre hay pagos de deuda en dólares por USD 11.500 millones (neto del swap). Una depreciación de la moneda y una eliminación del dólar blend moderaría el rojo de la cuenta corriente.